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PERSONALIDAD, ALGO QUE EL TRABAJO NO OCULTA

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ARTURO CASTILLO

Aun la más fina y eficaz técnica de selección de personal difícilmente puede prever cómo funcionarán los sujetos una vez que se sumen a la dinámica laboral, cómo absorberán la idiosincrasia empresarial; cuán fácil o difícil les resultará hacerse al ambiente.

No se sabe cómo reaccionarán frente a las contradictorias personalidades de sus colegas, ante las actitudes autoritarias, ambigüedades y perfeccionismo de su jefe; cómo asumirán, en fin, la desidia de la organización respecto de ciertos temas humanos.

En todo caso, luego de un período de adaptación, que varía con cada sujeto, lo más seguro es que su carácter empiece a emerger con mayor nitidez, que se anime a ser él mismo, una vez que el grupo le ha dado signos de aceptación, cuando ya no le tratan como a un extraño; entonces querrá ocupar un lugar, establecer su propio espacio vital y laboral.

Quizás algunos se ‘desengañen’ cuando la persona a quien creían conocer sufra una especie de metamorfosis, cuando cambie ‘de la noche a la mañana’. Les sorprenderá que el nuevo compañero haya sido una verdadera cajita de sorpresas.

Si el individuo siente que su apertura y naturalidad chocan con el ambiente, y si su personalidad es pasiva, resignada, optará por retraerse, por levantar un muro a su alrededor, acorazándose, volviéndose reservado, convirtiéndose en un trabajador ‘dedicado’.

Otros, ante el rechazo, explícito o velado, darán pelea, harán valer sus ideas, su manera de ser, a sabiendas de que quizás se estén apuntando para un despido.

Frente a la misma situación, hay personas que se mimetizan, que intuyen la dirección en la que sopla el viento. No se hacen problema, se allanan a lo que conviene a la mayoría; jamás se les ocurriría ‘resentir’ a los demás con sus criterios. Todos les adoran; nadie les toma en serio.

Esto es para decir que la tipología es un asunto vivo, dinámico, tremendamente influyente dentro de toda organización, en la vida familiar y social. De otra parte, las clasificaciones de la personalidad son múltiples, aunque a la postre, reduccionistas, esquemáticas. El cuaternario clásico de colérico (irritable), melancólico (deprimido), flemático (calmado, apático), sanguíneo (optimista), no deja de ser demasiado general.

Carl Gustav Jung, por su parte, se refiere a las tipologías introvertida y extravertida, advirtiendo que no existen en estado puro. Naturalmente, hay preeminencias, una identidad caracterológica, un tono emocional que singulariza a todo sujeto, un centro que le da orientación en el mundo.

Jung dice: “La compensación da lugar a caracteres o tipos secundarios que nos ofrecen un enigmático semblante, hasta tal punto difícil de descifrar, que llega uno a inclinarse incluso a negar en definitiva la diferencia de tipos y a creer en diferencias individuales tan solo”.